Son mis últimos días en China, pues mi visa se acaba.
Intento extenderla. Pero las autoridades, tras chequear mi pasaporte, ven que llevo 3 meses en el país. Esto sumado la tensa situación que se respira en el oeste del país tras los atentados realizados en julio.No ayuda a la renovación.
Me dicen que no me pueden extender más mi visa. Les explico la situación de que viajo en bicicleta. Y poniendo cara de niño bueno, acceden a darme una extensión de un mes más. Pero aun así no suficiente para llegar a la frontera. Tras conseguir mi visa para Kirguistán en la ciudad de Urumqui. No me queda otra que coger el tren, hasta la ciudad más cercana a la frontera.
Una vez en Kashgar, ya se percibe otro aire. Las calles huelen a cordero.
A pan fresco, recién horneado.
Desde temprano la gente sale a la calle. Se aglomeran las calles, en la ciudad vieja.
Y el bazar se pone en marcha.
Un pintoresco lugar donde parar a tomar algo. Descansar un poco y dejarse llevar.
Antes de proseguir con nuestro camino. Sera la ruta de la seda, la que nos llevara a casa.
Esa antigua ruta de mercaderes, que aun se transita, en esta nueva era.
De aquí a la frontera nos separan solo 280km, tres largos días, bajo las altas temperaturas del desierto. Por una carretera, que no es digna del título que ostenta, pues se trata más de una pista de tierra, que parece ir a ninguna parte.
El desierto se cierra, en numerosos cañones, con recónditos oasis y la imaginación vuela hasta los tiempos de las grandes caravanas. Lugar ideal, para un merecido descanso.
Pasamos la frontera y una nueva etapa comienza.
Kirguistán.
Lo que antes esa plano, ahora comienza a ser inclinado.
Atrás quedan las luces de neón y las grandes urbes. Tras la frontera todo toma un carácter más rural.
En el camino, los pequeños Magazines (ventitas), te proveen de lo esencial. Fideos, pan algunos enlatados, con suerte, algo de verdura. Lo esencial para cubrir la distancia hasta el siguiente pueblo.
Es curioso con una densidad de población ínfima en comparación con el país vecino (China).
Aun así, uno siempre puede verse pillado en algún atasco, en horas punta.
Los pequeños bazares de los pueblos ofrecen algo más que frutas y verduras.
Fuera de la carretera principal que atraviesa el país. El estado de la ruta cambia, pues en su mayoría, se tratan de caminos de tierra, bastante precarios. Lo que hace costoso el avanzar.
Quizás también debido a la inclinación del terreno.
Aquí el Nº12 parece que es número de la suerte. Siempre toca!!
Y el reintegro ….el 12
Pero es normal, las cosas lindas hay que ganarselas.
La tranquilidad brindada por estas tierras, pudiese confundirse con aislamiento.
En un pais que se muestra libre, con todos los que en el habitan.
Pero aun quedan muchos rincones por descubrir.
Y atardeceres que compartir.
jueves, 15 de septiembre de 2011
De Kashgar a Kyrgyztan.
Etiquetas:
De Kashgar a Kyrgyztan.
Ubicación:
Provincia de Jalal-Abad, Kirguistán
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